Los historiadores no están seguros de los orígenes de los fundaciones mutuales. Algunos citan las sociedades de inversión y mutuos en los Países Bajos en 1822 por el rey Guillermo I como los primeros fondos de inversión solidario, mientras que otros apuntan a un comerciante holandés llamado Adriaan van Ketwich cuyo fondo de inversión creado en 1774 puede haber dado al rey la idea. Ketwich probablemente escribió las reglas de un fundación atractivo para pequeños inversores con un capital mínimo y asi dar credito o ayuda a los empleados o a los pequeños empresarios. El nombre del fondo de Ketwich,
Eendragt Maakt magt, se traduce como "la unión hace la fuerza". La próxima ola de los fondos-cerca de mutuo incluyó un fideicomiso de inversión en marcha en Suiza en 1849, seguido por vehículos similares creados en Escocia en la década de 1880.
El comienzo del mutualismo en la argentina está ligado a la
historia del trabajo y a los sectores de medianos y escasos recursos. Igual que
en otras latitudes se han dado en nuestra tierra la unión de los hombres menos
favorecidos para defenderse y buscar, por sus propios medios, un mecanismo que
diera satisfacción a sus necesidades mediante el esfuerzo y la perseverancia.
Los que primero experimentaron esa necesidad de agruparse en el Virreinato del
Rio de la Plata fueron los inmigrantes, colonos en su mayoría.
Estos hombres que procedían se integraban en instituciones
mutualistas, para fortalecer sus sentimientos patrióticos, conservar sus
tradiciones y protegerse de las enfermedades.
Así nacieron en ciudades y poblados de la Argentina,
entidades de socorros mutuos, este fue generalmente el nombre inicial que en
muchos casos aun conservan.
Simultáneamente con las mutuales de colectividades nacían también
las constituidas por trabajadores de un mismo gremio: zapateros, sastres, tipógrafos,
empleados administrativos… en el siglo pasado, cuando los argentinos volcaban
sus mayores esfuerzos en consolidar la integración territorial y unidad política,
el mutualismo cumplió una doble función nacional y social, de trascendencia y
valor inestimable.
La mutual es una de las organizaciones más democráticas,
pues todos los socios cumpliendo con algunos requisitos establecidos en el
Estatuto Social pueden desempeñar cualquier puesto en los órganos que la
conducen y controlan. Ante cualquier duda o necesidad de resolver alguna situación,
es conveniente recurrir a lo que establece el estatuto de la mutual de que se
trate. Generalmente ahí está todo contemplado. De faltar algo, se suple con lo
establecido en la Ley de Mutualidades nro. 20.321 en las resoluciones del
organismo de control. Los órganos que la administran y controlan son: la comisión
directiva, la junta fiscalizadora la asamblea de asociados
Las decisiones de cada uno de estos tres cuerpos claramente
determinadas en los estatutos y en la ley 20.321. ENAES es el organismo del
estado que tiene como funciones: otorgar la personería jurídica, comúnmente llamada
matriculo, controlar su funcionamiento, disponer el nombramiento de veedurías,
disponer intervenciones, rubricar sus libros, aprobar los reglamentos de los servicios que brinda, controlar toda la
documentación relata a las asambleas, retirarle la personería jurídica con
justa causa, etc.
Principios mutuales:
Adhesión voluntaria
Organización democrática
Neutralidad institucional
Política religiosa racial y gremial
Contribución acorde con los servicios a recibir
Capitalización social de los excedentes
Educación y capacitación social y mutual
Integración para el desarrollo